Aún recuerdo tu sonrisa cuando cantabas
y mirabas con cariño la luz del día.
Aún recuerdo que mi mundo por ti giraba
y que este ya no sonríe como sonreía.
Incluso así, pienso en otra oportunidad
que haga que mi alma no sienta más pena.
No solo quiero, sino que deseo ver el mar,
si así consigo dejar atrás la vergüenza
de haberme enamorado de ti, y no basta
escribir dos mil libros y doscientos poemas,
si el amor que por ti llegué a tener
ahora pertenece a un espíritu en cadenas.
Esta vieja loca enamorada se despide,
mano en pecho, corazón en boca y alma en pena.
Celia Marín

Responder