En mitad de la noche anodina
es cuando más constancia se toma
de la vieja amiga que siempre acompaña
y a la vez domina las riendas de nuestra vida.
La soledad que mantiene tu vigilia y destruye la cordura.
La soledad que condena con la desidia.
La soledad inspiradora que todos necesitamos a veces.
La soledad, espectro penitente que jamás dejaré atrás.
Amante inmortal, escudera primordial de la humanidad.
Tan despreciada.
¿Por qué?
Porque no sabemos el buen uso de esta doncella.
Mi gracia, mi condena, mi eternidad, mi soledad.
Nunca por nada ni nadie, jamás te dejaré atrás.
Juan Escalona
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