La mirada clavada en el alfeizar
asimila el aluvión de aventuras estivales,
la memoria se descalza a ras del recuerdo,
y reparo absorta en la prematura muerte de otro atardecer.
Retornan las horas junto al calendario,
contemplo la tarde caer sin la cristalina sal corpórea,
vuelve a mi ventana el Carbonero helado.
Se vuelve cálida la habitación
en el juego de cristales incandescentes que brotan del fuego
mientras anhelo el levante en mi pelo.
Las estaciones se suceden fugaces,
se tropellan y se tropiezan,
paladean lo vivido
para evocar los trozos perdidos
de los días pasados.
A. Poulain

Precioso poema. De los que acarician el alma
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Eso mismo ha pensado nuestro jurado 🙂
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Buen jurado es. Aplaudo.
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