Blad estaba tan ansioso de ver a su nuevo maestro que fue al estanque con dos horas de antelación. La zona del parque donde se encontraba el chico estaba muy aislada del resto. La verdad es que fue un milagro que Blad decidiera pasar justo por ese sitio la noche pasada, ya que en las dos horas que estuvo ahí parado solo pasaron cinco personas.
Ese lugar desprendía una sensación limpia y pura, algo muy difícil de encontrar para los tiempos que corrían. Por aquel entonces, en España todo el mundo envidiaba la gran Revolución inglesa, y por las calles se podía palpar esa gran depresión por ver que cada vez más, los otros países superaban a España en avances.
Blad intentó distraerse con el agua, pero no dio resultado, así que decidió tumbarse en el césped recién cortado y observar las nubes. Al principio, simplemente veía nubes y algunas formas borrosas, pero con el paso del tiempo empezó a ver figuras complejas e, incluso, era capaz de descubrir alguna historia. Su plácido relax fue interrumpido con un simple “glup”. Blad se levantó con un pequeño salto y lo vio. Ahí estaba Mo tirando de nuevo sus piedras.
– ¿Cuándo has llegado? -dijo Blad limpiándose un poco la suciedad que cogió tumbado en el césped.
– Hace un momento, pero por lo que veo tú no puedes afirmar lo mismo –dijo Mo con una sonrisa pícara.
– Eso no importa, lo único importante ahora es cómo puedo obtener ese “momento filosófico” del que me hablaste ayer. No he podido pensar en otra cosa. Hasta me he peleado con mis compañeros de piso porque decían que me había puesto muy pesado.
– Bueno, bueno, primero tranquilízate. ¿Qué tal si empezamos por el principio? Dime -poniéndose más serio- Tú, ¿qué entiendes por vida?
– Propiedad o cualidad esencial de los animales y las plantas, por la cual evolucionan, se adaptan al medio, se desarrollan y se reproducen- respondió el chico sin titubear ni un segundo.
Se notaba que el chico había estudiado de diez. Era una definición de RAE, aunque a Mo no le gustó nada. De hecho, estaba un poco contrariado, y pensaba que el chico no tenía remedio, que era un sujeto que nunca podría abrazar la filosofía. Sin embargo, al gran músico le vino a la cabeza una canción inspiradora que de seguro le ayudaría a nuestro protagonista a profundizar en la reflexión sobre la vida. A continuación, le dijo al chico que fuera a una tienda de vinilo que se encontraba cerca de centro y buscara una canción llamada Schrödinger (Keyblade). Con esas últimas palabras se marchó.
Blad se pasó la mañana y la tarde siguiente escuchando sin parar la canción que su viejo “amigo” le recomendó. Al principio no entendía nada, y menos aún lo que la canción tenía que ver con el significado de la vida, pero reproducción tras reproducción, empezó a coger pequeñas ideas del artista.
Había nacido un filósofo.
Continuará…
Enderfin

ME GUSTA
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Nos alegramos de que te guste, pippobunorrotri! Por otro lado, creemos que te gustará saber que todavía quedan bastantes capítulos de la historia de nuestro querido Blad. ¡No te los pierdas! 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
ESTARE ATENTO A ELLOS
Me gustaMe gusta